PRESEVO, SERBIA. Martes, 10 de noviembre de 2015. El valle de Presevo, situado entre Serbia y Macedonia, al este de Kosovo, es un polvorín en el que conviven cerca de 10.000 refugiados mayoritariamente sirios e iraquíes, pero también iraníes, senegaleses, congoleños, etc., que se han unido a la horda. Llegamos ayer a las 15h para ayudar como voluntarias. La situación escapa a toda razón. Reina el caos por doquier.

En las últimas 48 horas han llegado 10.000 refugiados al día debido a la huelga de ferries griega que había frenado el flujo migratorio durante un par de días. Sobre el terreno solo trabajan ‘Save the children’, ‘Médicos sin fronteras’ y ‘Remar’, que no dan abasto, además de cerca de 25 voluntarios independientes auto-organizados y liderados ahora mismo por la norteamericana Erika. Hay voluntarios alemanes, checos y polacos. Aparte de UNHCR ninguna institución o entidad internacional trabaja en Presevo, punto fronterizo entre Macedonia y Serbia.

Los refugiados que llegan a Miratovac, el primer pueblo serbio desde Macedonia, se encuentran totalmente desamparados. Decenas de taxis serbios les esperan como hienas para venderles sueños. El principal timo consiste en ofrecerles llegar hasta el tren que les conducirá a Croacia por 500 euros. Desesperados, muchos de los refugiados (en especial familias con niños pequeños) aceptan. Les conducen a un polvorín para luego decirles que no hay más trenes. Si quieren regresar a Miratovac deben pagar un nuevo trayecto.

La principal función de los voluntarios que nos encontramos en Presevo es informar a los refugiados recién llegados (tanto en Miratovac como en el campo cercano a la estación de tren de Presevo) del procedimiento para poder subir a uno de los autobuses y/o trenes que les llevarán a Croacia. Deben esperar en una cola improvisada cerca de doce horas para alcanzar el punto de registro (en el que trabajan menos de una decena de personas). También debemos persuadirles de que eviten a toda costa coger un taxi explicándoles la estafa (procurando que los taxistas no nos oigan, se han reportado agresiones a voluntarios por dar esa información). Pero sobre todo les damos apoyo emocional. Palabras de ánimo.

Ante la ausencia de ayuda sobre el terreno en el que se hacinan miles de refugiados, también debemos hacer triaje, decidir qué personas tienen una mayor necesidad de atención sanitaria, de alimentos y/o mantas, ya que los recursos son escasos, ínfimos para atender a todos los necesitados.

Anoche, en un momento de desesperación, la masa de refugiados que se hacinaban al principio del campo presionó sobre las barreras que controlaba el ejército y la policía serbia, generando un estado de pánico generalizado que se saldó con decenas de heridos y varios niños aplastados. Nos encontrábamos en la cocina cuando la carpa que la sustentaba se empezó a tambalear y debimos presionar en dirección opuesta para evitar que cayeran las ollas con agua hirviendo.

Repartimos agua y plátanos entre todos los refugiados y al caer la noche distribuimos mantas, zapatos y ropa. A las 22h ya no nos quedaba ninguna manta. Decenas de refugiados nos cogían del brazo, estiraban nuestros chalecos reflectantes, pidiendo abrigo o techo. Sólo hay una carpa de Médicos sin fronteras que aloja a niños y mujeres enfermos.

Aunque algunos de los policías muestran cierta sensibilidad, la mayoría alza sus porras a destajo, ante la impotencia de los refugiados, que no piden más que Derechos Humanos.

La situación es desesperada e inhumana. Se han reportado violaciones, fallecimientos y el agotamiento y la inanición de los refugiados acrecienta la tensión. A pesar de la desesperada situación, la mayoría de los refugiados muestra una educación admirable. Y mientras tanto, la Unión Europea es testigo pasivo de la mayor crisis migratoria de la historia.